Thursday, January 3, 2013

¿Quién creó a los indocumentados?, por Ana María Aragonés


¿Quién creó a los indocumentados?



¿Hay alguna persona que suponga que un ser humano prefiere desplazarse hacia un destino migratorio desprovisto de los documentos sólo porque se trata de una especie de "delincuente aventurero" que gusta de las emociones fuertes? ¿O habría otras muchas razones por las cuales millones de trabajadores se ven obligados a satisfacer tanto sus propias necesidades como las que ofrecen los destinos migratorios?
A los patrones les interesa incorporar a aquellos que debido a su propia fragilidad administrativa pueden ser sujetos a un nivel de explotación que ni siquiera sufren los afroestadunidenses, población históricamente abusada. Esos empresarios están encantados con los inmigrantes, no sólo por las ganancias extraordinarias que obtienen, sino porque son trabajadores cabales y serios, lo cual hemos podido confirmar a lo largo de nuestras investigaciones. El mismo gobierno de Estados Unidos no está interesado en hacer nada en favor de ellos, porque también se ve beneficiado, según se ha confirmado de manera reiterada. Y la sociedad estadunidense también se beneficia, pues goza de los beneficios del trabajo de los indocumentados, tales como comida buena y barata en sus mesas, servicio doméstico leal y trabajador, albañiles que les permiten construir sus casas a menor precio, etcétera. Y el gobierno mexicano también se aprovecha, pero no de que sean indocumentados, sino porque son migrantes, lo cual quiere decir que se trata de personas con espíritu y sensibilidad extraordinariamente solidarios que envían dinero a México para proteger a sus familias, cumpliendo con una responsabilidad de la que debería hacerse cargo el gobierno.
Los programas actuales son absolutamente insuficientes para satisfacer la demanda de trabajadores en Estados Unidos. Ejemplo claro son los programas de trabajadores temporales que ofrece el Departamento de Agricultura, puesto que abarca sólo 2 por ciento de un millón 500 mil trabajadores agrícolas, lo cual explica por qué el resto de los trabajadores agrícolas tiene que buscar los caminos de la indocumentación.
Estas son algunas de las realidades que echan por tierra los argumentos de todos aquellos que se pronuncian rabiosamente contra estos trabajadores y que pretenden negarles acceso a niveles profesionales, o a tener licencias de manejo, o a beneficiarse de un elemental derecho humano, como la educación, y se llega hasta la pretensión infame de tratar de convertir a la población estadunidense en delatora, como reclama la Propuesta 200, surgida y votada favorablemente en el estado de Arizona. Si bien es de suponer que tendrá el mismo destino que la Propuesta 187, votada en California hace unos años y que no pudo ser aplicada por ser anticonstitucional, lo que sí logra es infringir mayor malestar y precariedad a todos los trabajadores migrantes en su conjunto, legales e indocumentados.
Esgrimiendo el sobadísimo argumento de las leyes o la seguridad nacional simplemente para presionar contra los indocumentados, como señala Tim Chávez, lo que se está haciendo es esconder el aciago fanatismo. Hacer al país más seguro no supone poner más trabas a los indocumentados, sino permitir que se incorporen a la legalidad, ofreciéndoles los canales adecuados para que puedan ejercer tanto beneficios como obligaciones de cualquier trabajador.
La migración no es asunto doméstico de Estados Unidos, ya que desde el momento en que involucra a una población de otro país se trata necesariamente de un tema bilateral y hasta multilateral. Este es el momento de llevar a cabo una amplia campaña para cambiar estas infortunadas ideas en relación con los indocumentados, así como de presionar en favor no sólo de la protección de los derechos de estos trabajadores, sino de su amnistía, pues el tema migratorio será uno de los asuntos candentes en las próximas sesiones del Congreso en Estados Unidos.
amaragones@salisbury.edu



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